Este no es un juego recomendable si no hay suficiente confianza, si existen
represiones, traumas o prejuicios o si se tienen tabús en tema de sexualidad.
Tampoco es un juego aconsejable para personas demasiado posesivas, celosas,
inseguras o pudorosas.
Igualmente no es apto para personas intolerantes o con fuertes
condicionantes morales.
También es importante destacar que personas con falta de control
eyaculatorio pueden sentir cierta frustración, dado que hay pautas ajenas que
delimitan el tiempo para correrse.
Con “el juego” descubriréis deseos de vuestra pareja que posiblemente no
estéis capacitados o tampoco os atreváis a satisfacer.
Habrá días que os quedaréis sumamente calientes con ganas de ir más allá,
deseando el placer pero los dos o cualquiera de los dos se quedará con ganas y
desazón porque no habrá otra que aguantarse.
Podéis dar paso o pie a alguna extraña perversión oculta en vuestro
subconsciente.
Para complacer o excitar a tu pareja y sus deseos, a veces te tocará a ti
hacer cosas que no te apetecen demasiado, pero recuerda que en otras partidas
igualmente le puede tocar hacerlo a tu pareja y todo se dará a la inversa. De
la misma manera, también habrá situaciones en las que uno de los miembros pueda
gozar más que la otro o la satisfacción de uno no comportará necesariamente la
de la pareja.
Por otro lado, es importante tener en cuenta que lo que se diga se puede
entender como un pensamiento, deseo, sentimiento o interés real, que una vez
acabada la partida, si los dos lo consideran necesario, habrá que aclarar
porque igualmente puede resultar un factor que influya en posteriores
actuaciones o en el estado de la pareja.
Podemos percatarnos que nuestras fantasías no son tan portentosas una vez
las materializamos y que a veces resulta mejor imaginarlas y contarlas que
experimentarlas.
Deberéis aceptar el juego con todas sus consecuencias, dado que una vez
iniciada la partida, ya no está permitida la retirada del juego.