martes, 6 de junio de 2017

TERCERA PARTE: EL ENSAYO (I)

Ella no mostró demasiado interés por leer mis ideas del juego y yo necesitaba saber si jugaría de verdad, comprobar si funcionaba, si era preciso modificar algo o si realmente era un juego equilibrado y sin ventajas para uno u otro miembro de la pareja.
Aún no tenía acabado el juego, pero ya estaban muy claras las ideas principales y yo quería llevarlo a la práctica para verificar si verdaderamente se podía conseguir todo lo que yo quería con él. También esperaba verla a ella representante algunos de los personajes que más me gustaban. Quería verla complaciente, “sexy”, obscena, o agresiva conmigo.
Pero por el momento aún no tenía demasiado valor para plantearle ya mi intención de jugar ni tampoco encontraba la situación adecuada. ¿Y si al leer las bases no quisiese seguir adelante? De nada habría servido todo mi esfuerzo y una vez más me quedaría sin lo que yo quería: más sexo y mejor.
Y así, una de esas otras noches mágicas y casi únicas en las que los dos niños se habían quedado dormidos al mismo tiempo, y nosotros no estábamos tan cansados como para dormirnos con ellos, nos sentamos los dos juntos en el sofá. Casualmente a lo largo de estos días esto se había dado con una frecuencia del todo inusual. ¿Qué podíamos hacer? ¿Ver una película? ¿Hablar más de lo que ya habíamos hablado antes? No. Era el momento de pasar a la acción. Así le propuse jugar casi a quema ropa, directamente, sin más preámbulos. ¡Ella aceptó sin conocer el juego!